La filantropía nunca reemplazará a la ayuda pública, pero puede ser una potencia si la usamos correctamente. Con la financiación mundial para el desarrollo bajo presión, los presupuestos de ayuda europeos redirigidos hacia la defensa y el rearme, y Estados Unidos reconsiderando la ayuda exterior por completo, la comunidad de ayuda se ha visto en una aprieta.
Hasta ahora, las reacciones han sido de dos tipos: llamamientos a la filantropía para llenar el vacío y declaraciones moralizantes que avergüenzan a los gobiernos por dar un paso atrás. Desafortunadamente, el primero es poco realista y el segundo es ineficaz. Los donantes privados no pueden resolver los desafíos sistémicos globales por sí solos, y decirles a los políticos que están moralmente en bancarrota generalmente no los pone de su lado. En su lugar, tenemos que reunirnos con los responsables de la formulación de políticas donde están, afinar nuestros argumentos y centrarnos en lo que realmente funciona.
La dura realidad es que la mayor parte de la ayuda gubernamental ni siquiera está diseñada para ser efectiva, porque prioriza los procesos sobre los resultados. La filantropía tampoco ha sido inmune a este impulso. En nuestros primeros años en la Fundación Eleanor Crook, financiamos programas holísticos y multisectoriales que trataban de abordar todas las causas de la malnutrición simultáneamente. Pero los resultados fueron decepcionantes. El enfoque parecía bueno sobre el papel, pero no produjo mejoras mensurables en la malnutrición.
Entonces, aprendimos de ese fracaso y cambiamos de rumbo. Ahora, dirigimos nuestra financiación donde la evidencia es más sólida y los resultados más inmediatos. En la reciente Cumbre de Nutrición para el Crecimiento (N4G) celebrada en París, anunciamos un compromiso de 50 millones de dólares, junto con 200 millones de dólares de otros donantes, para ampliar una de las intervenciones más rentables en materia de salud mundial: las vitaminas prenatales, conocidas como suplementos de micronutrientes múltiples (MMS). Estos fondos se destinarán a una hoja de ruta de US$1.000 millones para garantizar el acceso a MMS para las mujeres embarazadas, sin importar dónde vivan.
La ciencia sobre este tema es inequívoca. El MMS reemplaza a los anticuados comprimidos de hierro y ácido fólico (IFA) que todavía se administran a muchas mujeres embarazadas en los países de bajos ingresos. Con MMS, las mujeres reciben 15 nutrientes, en lugar de solo dos, lo que lleva a una reducción drástica de la anemia materna, la muerte fetal y el bajo peso al nacer. Los rendimientos económicos estimados son sustanciales -37 dólares EE.UU. por cada 1 dólar invertido- y los rendimientos humanos lo son aún más, con una reducción de la mortalidad infantil de casi un tercio.
Las desigualdades mundiales en materia de salud materna son profundas. En Londres, una mujer embarazada tiene acceso de forma rutinaria a vitaminas prenatales completas. En Lagos, ella podría…